Con motivo del aniversario número 50 de la terrible inundación que golpeó Florencia, Italian meconfía su blog de hoy al emotivo testimonio del abuelo Giancarlo que vivió aquellos dramáticos días!

“FLORENCIA, 5 DE NOVIEMBRE DE 1966

Era el 4 de Noviembre de 1966 cuando Florencia fue golpeada y sumergida por la inundación implacable y devastadora de agua y barro. Tres días de fuertes lluvias y el crecimiento repentino del nivel del Arno fueron el preludio del cataclismo que abatió la ciudad. Florencia estaba adornada con banderas para la celebración del aniversario número 48 de la victoria de Italia durante la Primera Guerra Mundial. A las 3:30 el 4 de Noviembre el crecimiento del río había cubrió los arcos del Ponte Vecchio. A las 8:30 inició la catástrofe. El río Arno se desbordó a lo largo de sus orillas. A las 9:30 de la Galería de los Uffizi, el Palazzo Vecchio, Piazza Signoria, Via Cavour, Piazza del Duomo y todo el centro histórico fueron sumergidos por un río de lodo y agua alcanzando una altura de 4 a 5 metros. El impulso y la furia del agua fluía por las calles y plazas llevaba consigo desechos y destrucción de todo tipo, creando una banda sonora de un día que no será olvidado.

Durante la noche la altura del río disminuyó dejando tras de sí una alfombra maloliente de barro, calles destruidas, las orillas del río desaparecieron, las tiendas y talleres artesanales fueron destruidos, y muchas obras de arte fueron dañadas.

Yo vivía en Via Santorre Santarosa, en la zona de Campo di Marte.

La mañana del 5 de Noviembre, armado con una tele cámara, caminé hacia las orillas destruidas del río Arno para encontrar en una situación indescriptible. Árboles arrancados de raiz, calles destruidas, los coches en uno encima del otro, negocios devastados, tanto barro y tanta  desesperación en las personas. Caminé hasta el Ponte Vecchio. Todas las joyería habían sido invadidas por el barro y las personas sumergían sus manos en el lodo buscando las joyas. Después de unas horas el puente fue cerrado. Llegué a la plaza de Santa Trinidad, cubierta por un metro de barro, donde la estatua de la justicia parecía observar a su alrededor con una mirada deprimente. Un silencio fantasmal. Esta bella plaza con su esquema de palacios y torres transmitían una desolación aterradora.

Con mi cámara filmé algunas escenas, y luego me hundí en el lodo de donde me sacó un bombero. Me encaminé hacia Porta Rossa. Yo quería filmar los negocios devastados, pero tuve que desistir porque los dueños exasperados me tiraron barro. Me aventuré a Piazza della Signoria y Piazza del Duomo. Apagué la cámara. La desesperación no necesitaba ser documentada y, tristemenre tomé el camino de vuelta a casa, pensando en el flujo de lodo, en los rostros desesperados de las personas, en las obras de arte violadas, en los coches volcados en las calles devastadas, en los talleres y negocios destruidos.

Pero también pensaba que Florencia es una ciudad grande y que habría sido capaz de resurgir. Fui a casa y, dejando la cámara, me limpié una lágrima que caía de mis ojos, ligera como una gota de rocío.”